miércoles, 27 de agosto de 2008

Raros (Catársis Tóxico II)


¿Por qué es importante? ¿Qué es importante? ¿Cómo defino qué es importante en mi vida y en qué debo enfocarme? La verdad, eso es de las cosas que más me cuestan en esta vida. Es difícil entender prioridades. ¿Debería ser así? ¿Estoy mal acaso? Qué importa. Igual y todos nos vamos a convertir en abono de los jardines más lindos que he visto. Cuerpos podridos y rotos por la corrosión orgánica del fin de la vida. Habitados por colonias enteras de gusanos deleitándose con nuestra carroña. Sí, así es. Todos nos vamos a morir algún día. Irremediablemente. Pareciera conocimiento popular, es decir, todo el mundo sabe que va a morir, pero no es una prioridad tenerlo en mente para las obras diarias. No tomamos en cuenta la futilidad de la existencia. Nos afanamos en tratar de entender esta vida finita. La vida se acaba. Punto. No hay más.

¿De qué sirve entonces preocuparse por hacer o no? ¿De qué sirve entonces estar o no estar? Entonces, ¿por qué no hacer lo que viene en gana? Digo, la gente camina por la vida con un estandarte magnífico que en su punta enarbola una bandera que dice “Te voy a quitar tu energía porque pienso que eres mejor que yo y eso no puede ser, por eso te voy a hacer de menos, porque a mi me jodieron de chiquito y ahora me voy a desquitar con vos” Pues ahí está que no. Entonces, cuando te paras frente a ellos y les decís que no, se ponen como avestruces buscando donde meter la cabeza, o como gallinas recién descabezadas para deleite sexual, corriendo por todos lados porque les diste una respuesta que no esperaban, ingresaste una línea de texto que no computa en su cerebro diminuto.

Y además, sos raro, sos extraño, no entienden porqué no te importa la imagen, no llegan a captar el mensaje, piensan que estás en otro canal, que te botaron de chiquito o que no te dieron lactancia materna. ¿Por qué es importante? ¿Qué es importante? ¿Es importante la imagen? A ver, ¿debo acaso mentir? Porque eso es cultivar una imagen. Mentir. Es un disfraz. Es una fabricación. Es artificial. Es una concepción anticipada, estudiada y calculada sobre cómo se debe ver alguien a los ojos de los demás. Eso es mentir. ¿O no? Negar nuestros impulsos es negar nuestra propia existencia. Lo anterior no es mío. Es una línea de The Matrix de la escena en que Mouse le explica a Neo acerca de una chica rubia curvilínea en un vestido de color rojo lujurioso. En fin, negar lo me impulsa me aliena, me aleja de mi humanidad (la cual como ya dije arriba tiende a extinguirse).

Volviendo al tema, la imagen. Tiene mucho que ver con lo que queremos ser y hacer. Me refiero a que de chiquitos siempre nos dijeron que ciertas conductas eran malas, reprobables, monstruosas, deplorables, lamentables, pendejas, tontas, y estúpidas. Nos enseñaron a reprimir nuestros impulsos. Nos enseñaron a bajar la voz porque lastimaba los oídos hipócritas. Nos enseñaron a no correr porque les daba envidia a los adultos que ya no podían correr ni diez metros. Nos enseñaron a no pensar porque nuestras ideas les parecían muy infantiles. Nos bloquearon, nos reprimieron, nos jodieron. Y vuelvo: por eso cuando cuestionás algo, sos raro, pero me rehúso a pensar que soy raro (digo, raro sí soy pero no por esto) porque lo único que soy es que soy ser humano, y perdón, pero todos los seres humanos somos raros.

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